Por Silvia Planella, voluntaria en Irlanda
Cuando uno piensa en "HACER un EVS" realmente no piensa en todos los pros y los contras. Y la verdad es que uno no sabe lo que es hasta que llega al país y conoce el proyecto de primera mano. Y es entonces ahí cuando empieza el efecto YO-YO.
Cuando hablo de efecto YO-YO me refiero a dos cosas a la vez. Tanto el juguete, por las subidas y bajadas que uno siente mientras realiza el EVS, como por el pronombre personal "YO".
- Como el juguete durante el EVS uno sube y baja continuamente. Llegas a un país nuevo lejos de tu familia y amigos y conoces gente maravillosa en la mitad de los casos. Bajas y Subes. Empiezas a conocer tu proyecto y te encuentras realmente perdido. Subes y Bajas. Tienes tu propio lugar, tu casa, y compartes tu vida con gente desconocida. Subes y Bajas. Te afecta el tiempo y la comida. Subes y Bajas. Y cuando ya crees que lo tienes más o menos por la mano, te das cuenta que todo sigue cambiando... algunos amigos se marchan y otros nuevos llegan. Subes y Bajas. Y cuando te das cuenta ya estás casi haciendo la maleta para volver. Subes y Bajas. Subes y Bajas. Subes y Bajas. Y ya no me pongo con el tema del idioma porque es otra aventura tremendamente importante.
- Por otro lado "YO" como pronombre. Todo EVS produce un cambio personal tremendamente profundo. No conozco a nadie que haya hecho un EVS y siga siendo el mismo de antes. Es una vivencia personal tan profunda que en ocasiones aterroriza pero que a la vez enamora. Uno posee más tiempo para pensar, para sentir, para vivir, para conectar con la sencillez que rodea el mundo y para descubrir los reales valores que rigen su vida. Por tanto, tu antiguo YO no va a seguir con tu nuevo YO. Porque toda la vida es evolución y ahí estamos siguiendo la vida.
Así que... solo podemos hacer una cosa. Seguir el efecto YO-YO y disfrutarlo porque el tiempo, parece que no pero, vuela!
No hay comentarios:
Publicar un comentario